Con un rostro duro, seria, encorvada y de caminar cansino, podría suponer que estaba enojada y frustrada, más siempre trato de no hacer interpretaciones para no prejuzgar a mi paciente.
Así ingresó al consultorio, le costaba soltar sus palabras…le di tiempo…sostuve el silencio, hasta que por fin con una mirada muy triste y dolorosa me dijo …” No puedo más” …lloró mucho…en silencio.
Más silencio…
Esperé….
Luego despaciosamente me relató la pésima relación que su hija tenía para con ella. Casi no le hablaba, la criticaba, le respondía siempre lastimándola, diciéndole que no sabía nada, que mejor se callara la boca y no emitiera sus espantosas explicaciones y sus horribles recomendaciones.
Hasta llegó a contarme cosas muy desagradables y desplantes de su hija le hacía.
No podía precisar si todo era verdad, si exageraba, si se victimizaba, lo que si era muy evidente “Su sufrimiento”.
Historia clínica: recabando todos los datos, era muy evidente que el vínculo con su madre había sido malo.
Pregunto: – Cómo era el vínculo de tu abuela con tu madre?
Me responde sorprendida: – Ohh!!! También era muy feo, tengo recuerdo desde pequeña escuchar a mi madre pelearse con mi abuela y criticarla muy mal – silencio – me mira fijamente como queriendo encontrar respuestas muy dentro de mis ojos. – más silencio –
Luego le pregunto: – ¿Trabajas?
Me responde: – Si, claro…en estos últimos tiempos cambié varios trabajos y pedí además en este último, cambio de sucursales.
Pregunto: – ¿Tus jefes o empleadores eran mujeres o varones?
Responde: – Con las mujeres me llevo muy mal…con los varones puedo trabajar mucho mejor.
Pregunto: – ¿Y con tus compañeras mujeres como es tu vínculo?
Responde: – La mayoría son envidiosas, de mal carácter o no me soportan y termino aislándome, no les doy bolilla, hago mi trabajo y punto.
Bueno otra vez aquí nos encontramos con una historia que se repite, “los vínculos condicionan nuestras vidas”. Lo grabado en negativo hace su trabajo desde un lugar invisible que no podemos detectar.
Comenzamos a sanar, en tres sesiones, su rostro fue cambiando.
La alegría comenzó a asomar.
El rictus amargo de su boca, ahora dibujaba una sonrisa.
Y en la cuarta sesión me dice: – ¿Sabes? mi hija me habla bien. Me mira diferente, se detiene para contarme algo de su vida.
Esto está ocurriendo desde hace varios días sólo que me dejaba tan impactada, que no me lo creía. Yo me decía, ya comenzará de nuevo a los gritos, a criticarme, a desvalorizarme que no sabía nada, que mejor me calle…y no ocurrió nada de esto.
¡Todo está muy bien! (se vislumbraba su temor, lo decía despacito, en voz baja.)
Bueno a partir de aquí una nueva vida, y una vez más la comprobación que el método de “Limpieza y re- programación de la Memoria Celular” cambia nuestras vidas.
Esta señora regreso una dos veces más para trabajos puntuales y nunca más supe de ella. Lo que estoy muy segura que su rostro es otro, que cambió ella y su historia, vínculos de abuela, madre, hija y relación con todas las mujeres de su vida. Esto estaba grabado en sus células en negativo, al sanar y guardar la información en POSITIVO…Todo funciona con el nuevo programa.